Y ES DE TAL ARROGANCIA SU PUREZA, QUE UN NIÑO CREERÍA MATARLO CON UN BORRÓN DE TINTA

En el maullido de las micros y en una piedra que se baña con el enramaje de hojas secas en primavera, una luz se refleja en medio de la ciudad: W. B. Yeats.

La poesía se engarza en una salvación casi inexplicable en el tedio del tiempo
donde la nostalgia por las pérdidas hace aún más valientes a aquellos
que navegan distinguiendo la oscuridad del camino
o los va y viene de la luna.

El corazón debe reventarse en las manos para saludar a Morfeo
y como a un espejo roto contemplar
nuestra vida que se pasa en la insensatez de nuestros ojos.

El entorno no es más que un Temu expropiado,
que un bosque seco esperando ser quemado por el miedo.

Todo cabe en lo que nos rodea,
es lo que hemos creado, somos niños que no sabemos
cuando comienzan las responsabilidades, no entendemos
cuantas lágrimas caben en el viento.

El alma, un agua que no es del Leteo,
por qué insistimos en beberla, ensuciarla
y desear el reflejo de nuestra imagen.

Ven druida de la muerte
que nuestra guerra se encarna contra el conocimiento de lo
....................................................................................[concreto
en la abstracción y en el sueño sostennos como a tus rosas
Crea en nuestros versos un tono resplandeciente
donde la luna refleje al amor que se escapa
y como daimón nos lleve desde el cielo hasta el averno.

Las batallas se han perdido y las imágenes como prostitutas
se han entregado a lo aberrante de nuestros años,
el mito se nos escapa y es blasfemado como androides,
las musas se han sentado en las rodillas de pendejos
y el viaje de Orfeo
ha quedado estancado en el Tártaro.

La magia
sí la bella magia, se vende en las calles a bajo precio
y parece que todos se conforman con llevar
sin miedo el cielo en las entrañas.

El sol nos llega después de haber pasado por dos mil cinco
........espejos.

Ayúdanos a ser sordos a las sirenas de la desesperación
y a engañar a la Circe traficante,
para llegar a Itaca entre los mares de letras,
esta vez el tragón de Cronos está a nuestro favor
pero no, la tradición.

Los árboles junto al río son escasos,
pateamos a la muerte sin darnos cuenta
que ya hemos pasado por muchas;
entre el pasado y lo venidero se encuentran nuestras
venas que no laten, sino a lo inmediato,
no saboreamos nuestra sangre para soñar
con el fluir de nuestro verbo;
más bien en ellos buscamos y especulamos la falsedad
de nuestra vida,
de un pasar lleno de olvido.

Ven druida desde el polvo con un hada en la mano
A clavar ambrosía entre las ramas sagradas.

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